El puente de hielo negro by Alex Bell

El puente de hielo negro by Alex Bell

autor:Alex Bell [Bell, Alex]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2019-01-01T00:00:00+00:00


17

—¿Cómo vamos a protegernos del ataque de una reina de las nieves? —preguntó Ethan malhumorado, clavando el atizador entre los leños de la fogata—. Ni siquiera sabemos lo que les hizo a los exploradores.

Se habían alejado un poco del campamento abandonado antes de desplegar la manta-jaima mágica para pasar la noche. Ruprekt los había recibido con cuatro tazas de chocolate caliente bien humeante para ellos y una huevera para Melquiades. Stella vio que el genio se había esforzado más de lo habitual, pues los malvaviscos que flotaban en el chocolate no tenían forma de escorpión sino de oso polar.

—Quizá transformó a los exploradores en figuras de hielo —conjeturó Habichuela, rodeando su taza con las manos.

—Pero entonces seguirían en el campamento —replicó Stella—, como los habitantes de Negrocastillo. Pero de los exploradores no hay ni rastro.

—A lo mejor pasó un yeti y los aplastó —sugirió Ethan.

Habichuela hizo una mueca y Stella miró al mago frunciendo el ceño.

—En realidad, lo importante no es averiguar qué hizo exactamente la reina Portia —dijo la chica—. Basta con que descubramos si usó su magia de hielo para hacerlos desaparecer.

—¡Eso es justo lo que yo quería decir! ¿Cómo vamos a impedir que ella…? ¡¿Podrías estarte quieto de una vez?! —le espetó Ethan a Melquiades, que llevaba un buen rato intentando acomodarse en su regazo.

—Lo siento, amable joven, es que tienes las rodillas muy huesudas, ¿lo sabías?

—Pues entonces siéntate en una silla.

—Lo haría, pero quiero estar lo más cerca posible del fuego. Tengo el pico congelado; apenas lo noto. Sigue ahí, ¿verdad? —Y alzó una de sus alas para palparse con cuidado el pico.

—Sí, sigue ahí —lo tranquilizó Stella.

—Lo que estaba diciendo es —continuó Ethan—: ¿cómo conseguiremos que la reina de las nieves no nos haga desaparecer por arte de magia? Ni siquiera tenemos rifles.

—Tampoco es que les fueran muy útiles a los exploradores —señaló Habichuela en voz baja.

—Al parecer, nada sirve —apuntó Shay—. Las expediciones al Puente de Hielo Negro siempre han ido armadas hasta los dientes.

—Y ningún arma les ha sido de ayuda —se lamentó Ethan—. Además, los miembros de las expediciones que nos precedieron eran exploradores adultos y experimentados, mientras que nosotros no somos más que cuatro críos. ¿Qué posibilidades tenemos? La reina de las nieves podría entrar aquí hecha un basilisco en cualquier momento y no tendríamos nada que hacer.

—Si nos damos por vencidos antes de empezar, estamos perdidos —contestó Stella, aunque estaba lejos de creer lo que decía. Pero, haciendo de tripas corazón, añadió—: Además, nosotros tenemos una cosa que los demás no tenían. Dos cosas, de hecho.

—¿Un genio y un flamenco caballero? —se mofó Ethan—. ¡Para lo que nos van a servir!

La salida del mago irritó profundamente a Stella, pero enseguida recordó que este siempre recurría a la burla cuando estaba nervioso o angustiado.

—No —le respondió—. No me refería a…

—Supongo que Ruprekt podría ofrecerle a la reina de las nieves una deliciosa taza de chocolate caliente —la interrumpió Ethan—. Quizá incluso podría lanzarle un par de malvaviscos con forma de escorpión. Y tú, Melquiades, ¿qué harás si nos ataca?

—¡Ethan! —explotó Stella—.



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